Lectura del evangelio del 30 de abril de 2025
Miércoles de la II semana de Pascua
Primera lectura :
Hechos 5, 17-26
Aclamación antes del Evangelio:
Juan 3, 16
Evangelio:
Juan 3, 16-21
Color litúrgico: Blanco
miércoles, 30 de abril de 2025: Lectura & Salmo Responsorial & Evangelio & Reflexión
Cada día, la Iglesia nos ofrece un pasaje del Evangelio que ilumina nuestra vida. No se trata solo de escuchar, sino de acoger y vivir esa Palabra con fe. En ella encontramos consuelo en medio de las dificultades, y también un llamado a la conversión.
Hoy te invito a leer el Evangelio con atención, a meditarlo en silencio y a preguntarte: ¿Qué me dice Dios en este texto? ¿Cómo puedo responder con amor?
Primera lectura
Hechos 5, 17-26
En aquellos días, el sumo sacerdote y los de su partido, que eran los saduceos, llenos de ira contra los apóstoles, los mandaron aprehender y los metieron en la cárcel. Pero durante la noche, un ángel del Señor les abrió las puertas, los sacó de ahí y les dijo: "Vayan al templo y pónganse a enseñar al pueblo todo lo referente a esta nueva vida". Para obedecer la orden, se fueron de madrugada al templo y ahí se pusieron a enseñar.
Cuando llegó el sumo sacerdote con los de su partido convocaron al sanedrín, es decir, a todo el senado de los hijos de Israel, y mandaron traer de la cárcel a los presos. Al llegar los guardias a la cárcel, no los hallaron y regresaron a informar: "Encontramos la cárcel bien cerrada y a los centinelas en sus puestos, pero al abrir no encontramos a nadie adentro".
Al oír estas palabras, el jefe de la guardia del templo y los sumos sacerdotes se quedaron sin saber qué pensar; pero en ese momento llegó uno y les dijo: "Los hombres que habían metido en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo".
Entonces el jefe de la guardia, con sus hombres, trajo a los apóstoles, pero sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.
Aclamación antes del Evangelio
Juan 3, 16
R. Aleluya, aleluya.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único,
para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
R. Aleluya.
"Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.
La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios''.
Reflexión
¡Oh mensaje lleno de felicidad y de hermosura! Él quiere convertirnos en sus hermanos, y, al llevar su humanidad al Padre, arrastra tras de sí a todos los que ahora son ya de su raza (San Gregorio de Nisa)
Si en la creación el Padre nos dio la prueba de su inmenso amor dándonos la vida, en la pasión y en la muerte de su Hijo nos dio “la prueba de las pruebas”: vino a sufrir y morir por nosotros (Francisco)
El amor de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a su hijo. Este amor es más fuerte que el amor de una madre a sus hijos. Dios ama a su Pueblo más que un esposo a su amada (Is 62,4-5); este amor vencerá incluso las peores infidelidades; llegará hasta el don más precioso: ‘Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único’ (Jn 3,16) (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 219)
Santo del día
San Pío V, elegido en el año 1566, fue un Papa dedicado a la atención de los pobres para los cuales creó el Monte de Piedad. Después de la victoriosa batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571, para dar gracias a la Virgen instituyó la fiesta de la Bienaventurada Virgen del Rosario.
En el siglo III, el tribuno romano Quirino está encargado de los mártires cristianos Alejandro, Evencio y Teódulo, detenidos por orden de Tiberio. Estos últimos, se convirtieron y bautizaron con su hija Balbina. Él también sufrió el martirio en la fe.
Pedro se convirtió en Benedictino después de conocer a Gregorio Magno, futuro Papa y santo, que quería que fuera subdiácono en Sicilia y Campania y luego diácono en Roma. Pedro siempre estará a su lado, incluso cuando Gregorio se retiró al Monasterio del Celio para escribir. Murió en el 605.
Versículo del Día
"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos." (Mateo 5,3)