Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino

Evangelio del Domingo de hoy

Evangelio del Domingo de hoy – Lectura, Boa Nova e Reflexión de Domingo

 

El Evangelio del Domingo ocupa un lugar central en la vida de la comunidad cristiana. Cada domingo, la Iglesia se reúne para celebrar el Día del Señor, y el momento culminante de esta celebración es la proclamación de la Palabra de Dios, especialmente del Evangelio, donde escuchamos directamente la voz viva de Jesús que nos habla al corazón. La liturgia dominical no es solo una tradición, sino un encuentro real con Cristo resucitado, que sigue guiando a su Iglesia a través de su Palabra y su Cuerpo entregado en la Eucaristía.

 

Liturgia dominical

 

La Liturgia dominical es la celebración más importante de la semana para los católicos. Es el día en que recordamos la resurrección del Señor y renovamos nuestra fe en comunidad. El Evangelio del domingo es el centro de la Liturgia de la Palabra, y prepara nuestros corazones para recibir a Cristo en la Comunión. Cada lectura dominical está cuidadosamente seleccionada dentro del ciclo litúrgico, que nos permite recorrer los principales momentos de la vida, enseñanzas y milagros de Jesús.

 

Jesús, maestro y guía

 

A través del Evangelio dominical, Jesús se presenta como Maestro, Buen Pastor y Salvador. Sus palabras no solo fueron pronunciadas hace siglos, sino que siguen siendo actuales y eficaces. Él nos enseña a vivir con misericordia, justicia y verdad.

 

La homilía como puente

 

La Homilía es el momento en el que el sacerdote, inspirado por el Espíritu Santo, explica el mensaje del Evangelio y lo aplica a nuestra vida cristiana. Es un puente entre la Palabra de Dios y la vida concreta de los fieles.

 

La Palabra de Dios que transforma

 

El Evangelio del Domingo no es solo para escuchar, sino para vivir. Cada pasaje es una llamada a la conversión, a la confianza en Dios y al amor al prójimo. Si abrimos el corazón, la Palabra de Dios tiene el poder de transformar nuestras vidas y renovar nuestra esperanza.

 

Calendario litúrgico de Domingo

Domingo: II Domingo de Pascua

Solemnidad

Lecturas y Evangelio de hoy

Primera Lectura: Hechos 5, 12-16
Salmo Responsorial : Salmo 117, 2-4. 22-24. 25-27a
Segunda Lectura: Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19
Aclamación antes del Evangelio: Juan 20, 29
Evangelio: Juan 20, 19-31

Color litúrgico: Blanco

domingo, 27 de abril de 2025: Lectura & Salmo Responsorial & Evangelio & Reflexión

Primera Lectura

Hechos 5, 12-16

En aquellos días, los apóstoles realizaban muchas señales milagrosas y prodigios en medio del pueblo. Todos los creyentes solían reunirse, por común acuerdo, en el pórtico de Salomón. Los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente los tenía en gran estima.

El número de hombres y mujeres que creían en el Señor iba creciendo de día en día, hasta el punto de que tenían que sacar en literas y camillas a los enfermos y ponerlos en las plazas, para que, cuando Pedro pasara, al menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.

Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén y llevaba a los enfermos y a los atormentados por espíritus malignos, y todos quedaban curados.


 

Salmo Responsorial

Salmo 117, 2-4. 22-24. 25-27a

R. (1) La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
Diga la casa de Israel: “Su misericordia es eterna”.
Diga la casa de Aarón: “Su misericordia es eterna”.
Digan los que temen al Señor: “Su misericordia es eterna”. R.
R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
La piedra que desecharon los constructores,
es ahora la piedra angular.
Esto es obra de la mano del Señor,
es un milagro patente.
Este es el día de triunfo del Señor:
día de júbilo y de gozo. R.
R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.
Libéranos, Señor, y danos tu victoria.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Que Dios desde su templo nos bendiga.
Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine.
R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya.

 

Segunda Lectura

Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19

Yo, Juan, hermano y compañero de ustedes en la tribulación, en el Reino y en la perseverancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús.

Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente, como de trompeta, que decía: “Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete comunidades cristianas de Asia”. Me volví para ver quién me hablaba, y al volverme, vi siete lámparas de oro, y en medio de ellas, un hombre vestido de larga túnica, ceñida a la altura del pecho, con una franja de oro.

Al contemplarlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo sobre mí la mano derecha, me dijo: “No temas. Yo soy el primero y el último; yo soy el que vive. Estuve muerto y ahora, como ves, estoy vivo por los siglos de los siglos. Yo tengo las llaves de la muerte y del más allá. Escribe lo que has visto, tanto sobre las cosas que están sucediendo, como sobre las que sucederán después”.

Aclamación antes del Evangelio

Juan 20, 29

R. Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees porque me has visto;
dichosos los que creen sin haberme visto, dice el Señor.
R. Aleluya.

 

Evangelio

Juan 20, 19-31

Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.

Otras muchas señales hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.

 

Reflexión

  • Y a ti, oh Señor, que ves nítidamente con tus ojos los abismos de la conciencia humana, ¿qué podría pasarte desapercibido de mí, aun cuando yo me negara a confesártelo? (San Agustín)

  • Muchas veces pensamos que ir a confesarnos es como ir a la tintorería. Pero Jesús en el confesionario no es una tintorería. La confesión es un encuentro con Jesús que nos espera tal como somos (Francisco)

  • Cristo actúa en cada uno de los sacramentos. Se dirige personalmente a cada uno de los pecadores: ‘Hijo, tus pecados están perdonados’ (Mc 2,5); es el médico que se inclina sobre cada uno de los enfermos que tienen necesidad de Él para curarlos; los restaura y los devuelve a la comunión fraterna. Por tanto, la confesión personal es la forma más significativa de la reconciliación con Dios y con la Iglesia (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.484)

  • Santo del día

    s. Simeón, obispo de Jerusalén y mártir
    Segundo jefe de la comunidad cristiana de Jerusalén en el siglo I, San Simeón, de cuya vida se sabe muy poco con certeza, bajo el emperador Ulpio Trajano sufrirá el martirio, como Jesús, por la crucifixión.   Leia tudo...
    Nacida muy pobre, a la edad de 12 años Zita debe ir a trabajar para la noble familia Fatinelli en Lucca. Aquí sufre el acoso de otros sirvientes, pero siempre tiene una sonrisa y está lista para la caridad con los pobres. La familia reconoció sus dones y le confió la casa hasta su muerte en 1278.  

    Versículo del Día

    "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos." (Mateo 5,3)
    📖 Evangelio de hoy
    🙏 Laudes
    📅 Calendario Litúrgico