El Evangelio del Domingo ocupa un lugar central en la vida de la comunidad cristiana. Cada domingo, la Iglesia se reúne para celebrar el Día del Señor, y el momento culminante de esta celebración es la proclamación de la Palabra de Dios, especialmente del Evangelio, donde escuchamos directamente la voz viva de Jesús que nos habla al corazón. La liturgia dominical no es solo una tradición, sino un encuentro real con Cristo resucitado, que sigue guiando a su Iglesia a través de su Palabra y su Cuerpo entregado en la Eucaristía.
Liturgia dominical
La Liturgia dominical es la celebración más importante de la semana para los católicos. Es el día en que recordamos la resurrección del Señor y renovamos nuestra fe en comunidad. El Evangelio del domingo es el centro de la Liturgia de la Palabra, y prepara nuestros corazones para recibir a Cristo en la Comunión. Cada lectura dominical está cuidadosamente seleccionada dentro del ciclo litúrgico, que nos permite recorrer los principales momentos de la vida, enseñanzas y milagros de Jesús.
Jesús, maestro y guía
A través del Evangelio dominical, Jesús se presenta como Maestro, Buen Pastor y Salvador. Sus palabras no solo fueron pronunciadas hace siglos, sino que siguen siendo actuales y eficaces. Él nos enseña a vivir con misericordia, justicia y verdad.
La homilía como puente
La Homilía es el momento en el que el sacerdote, inspirado por el Espíritu Santo, explica el mensaje del Evangelio y lo aplica a nuestra vida cristiana. Es un puente entre la Palabra de Dios y la vida concreta de los fieles.
La Palabra de Dios que transforma
El Evangelio del Domingo no es solo para escuchar, sino para vivir. Cada pasaje es una llamada a la conversión, a la confianza en Dios y al amor al prójimo. Si abrimos el corazón, la Palabra de Dios tiene el poder de transformar nuestras vidas y renovar nuestra esperanza.
Calendario litúrgico de Domingo
Domingo: Solemnidad de la Santísima Trinidad
Solemnidad
Lecturas y Evangelio de hoy
Primera Lectura:
Proverbios 8, 22-31
Segunda Lectura:
Romanos 5, 1-5
Aclamación antes del Evangelio:
Cfr Apocalipsis 1, 8
Evangelio:
Juan 16, 12-15
Color litúrgico: Blanco
domingo, 15 de junio de 2025: Lectura & Salmo Responsorial & Evangelio & Reflexión
Primera Lectura
Proverbios 8, 22-31
Esto dice la sabiduría de Dios:
“El Señor me poseía desde el principio,
antes que sus obras más antiguas.
Quedé establecida desde la eternidad, desde el principio,
antes de que la tierra existiera.
Antes de que existieran los abismos
y antes de que brotaran los manantiales de las aguas,
fui concebida.
Antes de que las montañas
y las colinas quedaran asentadas, nací yo.
Cuando aún no había hecho el Señor la tierra ni los campos
ni el primer polvo del universo,
cuando él afianzaba los cielos,
ahí estaba yo.
Cuando ceñía con el horizonte la faz del abismo,
cuando colgaba las nubes en lo alto,
cuando hacía brotar las fuentes del océano,
cuando fijó al mar sus límites
y mandó a las aguas que no los traspasaran,
cuanto establecía los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a él como arquitecto de sus obras,
yo era su encanto cotidiano;
todo el tiempo me recreaba en su presencia,
jugando con el orbe de la tierra
y mis delicias eran estar con los hijos de los hombres”.
Segunda Lectura
Romanos 5, 1-5
Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos; por él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos hasta de los sufrimientos, pues sabemos que el sufrimiento engendra la paciencia, la paciencia engendra la virtud sólida, la virtud sólida engendra la esperanza, y la esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado.
Aclamación antes del Evangelio
Cfr Apocalipsis 1, 8
R. Aleluya, aleluya.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Al Dios que es, que era y que vendrá.
R. Aleluya.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”.
Reflexión
¡Oh Abismo, oh Trinidad eterna, oh Deidad, oh Mar profundo!: ¿podías darme algo más preciado que Tú mismo? (Santa Catalina de Siena)
La liturgia nos invita a alabar a Dios no sólo por una maravilla realizada por Él, sino sobre todo por cómo es Él; por la belleza y la bondad de su ser (Benedicto XVI)
(...) El Espíritu Santo es enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26). El envío de la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús, revela en plenitud el misterio de la Santa Trinidad (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 244)
Santo del día
El único dato histórico es el martirio en Lucania, pero su culto está atestiguado desde el medioevo. Quizás siciliano, es conocido por los prodigios de sanación. Se invoca contra la epilepsia y la corea, una enfermedad que causa movimientos incontrolables conocida como el “baile de san Vito”.
Agustino, nacido en Aosta alrededor de 1020, Bernardo fundó un monasterio en Suiza en la cima de la montaña conocida hoy como el Gran San Bernardo, para dar asistencia de los peregrinos que pasaban por allí. También fue un gran predicador contra los abusos del clero y el descuido de los fieles.
Germana nació en Toulouse en 1570 con una malformación. Cuando su madre murió, su padre la rechazó. Debe apacentar las ovejas pero, apenas tiene la ocasiòn, se va orar en la iglesia. Se le acercan jóvenes que sufren y buscan, como ella, un consuelo en la Palabra divina. Pío IX la canonizó en 1867.
Versículo del Día
"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos." (Mateo 5,3)