Lectura del evangelio del 11 de junio de 2025
Memoria de san Bernabé, Apóstiol
Primera Lectura:
Hechos 11, 21-26; 13, 1-3
Aclamación antes del Evangelio:
Salmo 24, 4. 5
Evangelio:
Mateo 5, 13-16
Color litúrgico: Rojo
Fiesta
miércoles, 11 de junio de 2025: Lectura & Salmo Responsorial & Evangelio & Reflexión
Cada día, la Iglesia nos ofrece un pasaje del Evangelio que ilumina nuestra vida. No se trata solo de escuchar, sino de acoger y vivir esa Palabra con fe. En ella encontramos consuelo en medio de las dificultades, y también un llamado a la conversión.
Hoy te invito a leer el Evangelio con atención, a meditarlo en silencio y a preguntarte: ¿Qué me dice Dios en este texto? ¿Cómo puedo responder con amor?
Primera Lectura
Hechos 11, 21-26; 13, 1-3
En aquellos días, fueron muchos los que se convirtieron y abrazaron la fe. Cuando llegaron estas noticias a la comunidad cristiana de Jerusalén, Bernabé fue enviado a Antioquía. Llegó Bernabé, y viendo la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho; y como era hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe, exhortó a todos a que, firmes en su propósito, permanecieran fieles al Señor. Así se ganó para el Señor una gran muchedumbre.
Entonces Bernabé partió hacia Tarso, en busca de Saulo; y cuando lo encontró, lo llevó consigo a Antioquía. Ambos vivieron durante todo un año en esa comunidad y enseñaron a mucha gente. Allí, en Antioquía, fue donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de "cristianos".
Había en la comunidad cristiana de Antioquía algunos profetas y maestros, como Bernabé, Simón (apodado el "Negro"), Lucio el de Cirene, Manahén (que se crió junto con el tetrarca Herodes) y Saulo. Un día estaban ellos ayunando y dando culto al Señor, y el Espíritu Santo les dijo: "Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión que les tengo destinada". Todos volvieron a ayunar y a orar; después les impusieron las manos y los despidieron.
Aclamación antes del Evangelio
Salmo 24, 4. 5
R. Aleluya, aleluya.
Descúbrenos, Señor, tus caminos
y guíanos con la verdad de tu doctrina.
R. Aleluya.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa.
Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos''.
Reflexión
El Señor llamó a sus discípulos ‘sal de la tierra’, porque habían de condimentar con la sabiduría del cielo los corazones de los hombres, insípidos por obra del diablo (San Cromacio)
Bernabé, en el momento de las primeras conversiones de los paganos, comprendió que había llegado la hora de Saulo, el cual se había retirado a Tarso, su ciudad. Fue a buscarlo allí. En ese momento importante, en cierta forma, devolvió a Pablo a la Iglesia (Benedicto XVI)
‘No viváis aislados, cerrados en vosotros mismos, como si estuvieseis ya justificados sino reuníos para buscar juntos lo que constituye el interés común’ (Epístola de Bernabé) (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.905)
Santo del día
Bernabé era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, (Hch 11,24). No era de los Doce pero fue llamado y venerado como Apóstol pues inició el anuncio de la Buena Nueva a todos los pueblos, (Hch 11,22). Fue él quien exhortó a Pablo a la misión, (Hch 11,25-26). Murió como mártir en Salamina.
Fue arrestado en Roma durante las persecuciones de Diocleciano por predicar contra los dioses paganos. Por negarse a ofrecerles sacrificios, fue azotado hasta la muerte por orden de la corte de Hermógenes. Fue seputado en la 16ª milla de la Via Nomentana.
De noble origen, Juan será llamado "de San Facundo" porque ese fue el lugar de su nacimiento, en Asturias. Despojado de todas sus riquezas, se convirtió en un ermitaño agustino y terminó sus días en Salamanca en 1479, cuidando con esmero a los pobres y contemplando a Jesús en la Eucaristía.
De Génova, a los 9 años es huérfana y cuida de su padre y hermanos. Mangas enrolladas, se convierte en colaboradora del hermano sacerdote. Funda una comunidad de monjas educadoras, y en Roma recibe ayuda de los Papas. Funda las Hermanas de Santa Dorotea. Juan Pablo II la proclama Santa en 1984.
Versículo del Día
"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos." (Mateo 5,3)