Lectura del evangelio del 7 de noviembre de 2025
Viernes de la XXXI semana del Tiempo ordinario
Primera Lectura:
Romanos 15, 14-21
Aclamación antes del Evangelio:
1 Juan 2, 5
Evangelio:
Lucas 16, 1-8
Color litúrgico: Verde
viernes, 7 de noviembre de 2025: Lectura & Salmo Responsorial & Evangelio & Reflexión
Cada día, la Iglesia nos ofrece un pasaje del Evangelio que ilumina nuestra vida. No se trata solo de escuchar, sino de acoger y vivir esa Palabra con fe. En ella encontramos consuelo en medio de las dificultades, y también un llamado a la conversión.
Hoy te invito a leer el Evangelio con atención, a meditarlo en silencio y a preguntarte: ¿Qué me dice Dios en este texto? ¿Cómo puedo responder con amor?
Primera Lectura
Romanos 15, 14-21
Hermanos: En lo personal estoy convencido de que ustedes están llenos de bondad y conocimientos para poder aconsejarse los unos a los otros. Sin embargo, les he escrito con cierto atrevimiento algunos pasajes para recordarles ciertas cosas que ya sabían. Lo he hecho autorizado por el don que he recibido de Dios de ser ministro sagrado de Cristo Jesús entre los paganos. Mi actividad sacerdotal consiste en predicar el Evangelio de Dios, a fin de que los paganos lleguen a ser una ofrenda agradable al Señor, santificada por el Espíritu Santo.
Por lo tanto, en lo que se refiere al servicio de Dios, tengo de qué gloriarme en Cristo Jesús, pues no me atrevería a hablar de nada sino de lo que Cristo ha hecho por mi medio para la conversión de los paganos, valiéndose de mis palabras y acciones, con la fuerza de señales y prodigios y con el poder del Espíritu Santo. De esta manera he dado a conocer plenamente el Evangelio de Cristo por todas partes, desde Jerusalén hasta la región de Iliria. Pero he tenido mucho cuidado de no predicar en los lugares donde ya se conocía a Cristo, para no construir sobre cimientos ya puestos por otros, de acuerdo con lo que dice la Escritura: Los que no habían tenido noticias de él, lo verán; y los que no habían oído de él, lo conocerán.
Aclamación antes del Evangelio
1 Juan 2, 5
R. Aleluya, aleluya.
En aquel que cumple la palabra de Cristo,
el amor de Dios ha llegado a su plenitud.
R. Aleluya.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’. Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan’.
Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Este respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.
El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz’’.
Reflexión
El señor alabó al mayordomo a quien despedía de su administración porque había mirado al porvenir (San Agustín)
La costumbre del soborno es una costumbre mundana y fuertemente pecadora. Es una costumbre que no viene de Dios: ¡Dios nos ha pedido llevar el pan a casa con nuestro trabajo honesto! (Francisco)
En el plan de Dios, el hombre y la mujer están llamados a ‘someter’ la tierra (Gen 1,28) como ‘administradores’ de Dios. Esta soberanía no debe ser un dominio arbitrario y destructor. A imagen del Creador, ‘que ama todo lo que existe’ (Sab 11,24), el hombre y la mujer son llamados a participar en la Providencia divina respecto a las otras cosas creadas. De ahí su responsabilidad frente al mundo que Dios les ha confiado (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 373)
Santo del día
Su nombre significa “el esperado”. San Prosdócimo vive en el año cero de la Iglesia. Lo nombra obispo el mismo San Pedro, quien lo envía a Padua, ciudad que lo recuerda y honra como primera cabeza de la Iglesia local. Los hagiógrafos le atribuyen numerosos milagros y prodigios.
De origen inglés, Villibrordo de York salió de Amberes para evangelizar con no pocas dificultades Frisia, Transrenania, Flandes y Luxemburgo. Consagrado obispo de Utrecht, continuó viajando por Dinamarca para anunciar con mucho ahinco la Palabra de la Salvación; agotado, murió en Echternach en 739.
Versículo del Día
"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos." (Mateo 5,3)